Después de 20 días de viaje por carretera austral, ya de regreso, descansando en la ciudad fronteriza de Chile Chico que está ubicada en las orillas del lago General Carrera, con el corazón llenito de hermosos recuerdos decidimos realizar la última excursión antes de devolvernos a nuestra ciudad por carretera Argentina.
Dudamos, ya que se trataba de una idea fuera del itinerario a un lugar, en ese entonces, poco conocido para los viajeros. Decidimos partir al día siguiente a primera hora, ya que solo disponíamos de un solo día para su visita.
A las 07:00 AM, comienza nuestra aventura.format_quote
Sin tantas expectativas ni itinerario, nuestra primera parada fue en el kilómetro 25 del camino que lleva desde Chile Chico a la Reserva Laguna Jeinimeni, donde decidimos realizar el circuito Piedra Clavada, Cuevas de Las Manos, Valle Lunar, de 7,4 km en total. Nuestra impresión fue máxima al encontrarnos con un paisaje mágico, distinto a todo lo que habíamos visto en nuestros 20 días de viaje.
Comenzamos nuestra caminata hasta llegar a la Piedra Clavada, una singular roca solitaria de unos 40 metros de altura esculpida por el viento, inmersa en un hermoso valle verde, donde nos encontramos con algunos animales alimentándose y bebiendo del pequeño arroyo que ahí se forma. Continuamos el sendero, adentrándonos por un portezuelo, digno de un paisaje del lejano oeste, cambiando totalmente el escenario, a una estepa árida, semidesértica, arbustos de pequeña estatura e impresionantes rocas que parecían observarnos, a algunos metros nos encontramos con la misteriosa cueva de los Tehuelches llamada “Cueva de las Manos” donde se observan pinturas rupestres, las que nos llevan en un viaje por el tiempo, a nuestros ancestros, fantaseamos e imaginamos su vida en ese lugar tan inhóspito. Mientras continuamos caminando tuvimos una vista a las grandes montañas, y en su base podíamos observar el Río Jeinimeni, que delimita la frontera entre la República Argentina y la República de Chile. Un paraíso entre valles, rocas y quebradas.
Continuando con nuestro camino al impresionante Valle Lunar, haciéndole honor a su nombre, es un lugar fuera de sí muy difícil describir, la emoción de estar ahí entre aquellas rocas de diferentes tamaños, formas y colores, que te hacen pensar y teorizar en su formación, en cómo es posible que estén ahí. Definitivamente un paisaje inesperado, uno de esos a los que llamarías paraíso.
Luego de darnos un tiempo para apreciar tal belleza y llenarnos de la energía de aquel lugar continuamos nuestro viaje unos 30 min. hasta llegar a la entrada de la Reserva Nacional Jeinimeni, al ingresar a pocos metros nos encontrarnos con un hermoso lago Turquesa, El Lago Jeinimeni, en donde almorzamos y descansamos por unos minutos en el Camping “El Silencio”. Siguiendo con nuestra aventura cruzamos el lago por un débil puente de madera, desde aquí se recomienda vehículo 4x4, bordeamos el Lago por unos minutos, luego el camino pasa por un bosque de lengas hasta llegar a una laguna más pequeña, pero no así menos hermosa, La Laguna Esmeralda, donde se da fin al camino vehicular.
Nos encontramos con un letrero que decía “Laguna Verde”, imposible quedarnos con la duda y comenzamos la caminata entre árboles nativos que conformaban un hermoso bosque sombrío, lugar donde por primera vez nos encontramos con una persona,el guardaparques, quien nos comenta que se encontraba haciendo mantención al sendero, rutina que realiza varias veces a la semana, y nos declara el amor que siente por el Parque y lo poco visitado que es en comparación a los demás parques de la zona.
Continuamos nuestro camino hasta llegar a la Laguna Verde, la cual se encuentra inmersa en un enorme cordón Montañoso, escenario perfecto para terminar nuestra aventura y emprender el regreso.
Sin duda, este lugar quedará para siempre grabado en mi memoria.
Este post va dirigido a mi compañero de aventuras Rodrigo, amigos, a todos los que nos dedicamos a coleccionar momentos y cumplir nuestros sueños, al actual Parque Patagonia, ecosistema que se ve amenazado por el proyecto minero Domos. Ya la memoria de Douglas Tompkins, quien donó las tierras para su preservación.
Mujer libre, soñadora, aventurera, amante de la naturaleza y los animales.