Aprendamos a reconocer las aves y plantas que se benefician mutuamente en nuestros jardines
Los seres vivos no coexistimos aislados, formamos parte de un “todo” o ecosistema, en el cual estamos inmersos mediante complejas redes de interacciones con otros organismos ya sea de la misma especie o con otras. Pero, para que un ecosistema perdure a través del tiempo necesita en gran medida de que estas relaciones o interacciones, que pueden ser negativas o positivas, se desarrollen en forma natural y ojalá sin la intervención adversa de los seres humanos. Cada especie cumple una función ecológica en el lugar donde habita y en este contexto todas los animales y plantas interactúan entre sí de alguna manera para poder vivir y perdurar en el tiempo.
En este artículo queremos destacar el mutualismo, que es aquella interacción biológica en la cual los individuos de distintas especies, pertenecientes incluso a diferentes reinos (animal y vegetal) se benefician mutuamente.
Estas dependencias en beneficio mutuo, o mutualistas, han desempeñado una función muy importante en cuanto a la biodiversidad, y si extrapolamos estos conceptos a nuestros jardines y observamos con atención, encontraremos una beneficiosa colaboración entre especies tan diferentes como las aves y las plantas.
Los ejemplos más conocidos de mutualismo son las relaciones entre plantas y animales que provocan la dispersión de semillas lejos de la planta madre, ya sea porque fueron excretadas en lugares lejanos a los que se consumieron o porque se transportaron pegados al plumaje o pelaje de los animales. También podemos nombrar la polinización por parte de aves o insectos que va a permitir la reproducción de las plantas, y la prestación, del reino vegetal, de sitios de nidificación y refugio para aves y mamíferos. Todos estos ejemplos de mutualismo, que los encontramos en nuestros jardines y plazas y que nos rodean, juegan un papel importante en la preservación de la biodiversidad de un ecosistema.
En otras palabras, cada vez que identificamos a un ave (incluso sin saber su nombre común) la podemos asociar a un lugar en particular y dentro de éste incluso a especies vegetales de las cuales se alimentan, nidifican o simplemente forman parte de su territorio en el cual habitan. Esta asociación tan simple que nace de la observación nos puede ayudar a identificar especies de aves o flora que cohabitan con nosotros y que se benefician bajo el concepto de mutualismo.
Fuimos a un jardín en el sector de Punta Piedra, Quintero que se sitúa en la costa de la región de Valparaíso e hicimos el ejercicio de aplicar el concepto de mutualismo en diferentes especies de aves con diferentes especies del reino vegetal con la sorpresa que encontramos asociaciones por alimentación, refugio, zona de nidificación y polinización. Adyacente al jardín se encuentra una quebrada natural no intervenida por el hombre y que reúne múltiples especies de flora nativas, lo que favorece aún más aquellas interacciones que se dan en la zona del jardín por concepto de vecindad.
Alimentación y polinización
El principal ejemplo de mutualismo que encontramos fue el relacionado a la alimentación, que permite por un lado alimentar al ave y por el otro polinizar las flores y dispersar las semillas que son expulsadas en las heces de las aves que las consumen. Por ejemplo, los picaflores y las llamadas flores ornitófilas (plantas que son polinizadas por aves) proporcionan néctar con una concentración de hidratos de carbono (azúcares) adecuado a las necesidades de las aves, sus formas están bien adaptadas al tamaño y forma de las ranfotecas o picos y sus colores, que tienden a ser mas vistosos y coloridos, son adecuados a la visión de las aves. Incluso, la literatura y la experiencia en el campo (solo basta observar) confirman que la época de floración coincide con la época de nidificación de las aves.
Podemos observar al picaflor chico (Sephanoides sephaniodes) alimentándose de un Echium (Echium candidans). El Echium es un arbusto que crece muy bien en zonas costeras y se utiliza para ornamentar. Puede llegar a medir hasta 2 metros y en primavera y verano nacen las flores, de un azul zafiro y violáceo muy llamativo.
El picaflor gigante (Patagona gigas) aprovecha el néctar que le proporciona el Aloe o Sábila (Aloe perfoliata) que es una suculenta muy resistente y tolerante a climas calurosos, secos y que va formando colonias a ras de suelo. Sus flores son de un rojo intenso y aparecen en época de primavera y verano.
El Fío fío (Elaenia albiceps) es un ave que llega en primavera a la zona central y se alimenta principalmente de insectos voladores, semillas y frutos. En este jardín pudimos observar que este pequeño cazamoscas arborícola y migratorio disfruta enormemente de lo que le proporciona una especie de manzano silvestre o de cangrejo (Malus angustifolia) que es un árbol nativo de Estados Unidos que crece hasta 10 metros, siendo su uso principalmente ornamental. Sus flores son de color rosa, con un agradable aroma. Los frutos tienen hasta 3 cm de tamaño (manzanas enanas) y se pueden usar para hacer jaleas y mermeladas.
Refugio y nidificación
El Churrín del norte (Scytalopus fuscus), el representante más pequeño de los tapaculos y endémico de Chile, habita predominante en matorrales densos y en este jardín lo encontramos en el Molle (Schinus latifolius) que es un árbol nativo de la zona central de Chile, no muy alto y que a veces crece como arbusto, tal como en este caso. Una de sus características es que a medida que crece puede ir tomando formas caprichosas.
El carpinterito (Veniliornis lignarius), que no pasa desapercibido por su trino fuerte e intenso, busca insectos y larvas en la corteza de diversos arboles, pero en este jardín encontramos su fuente de alimento y nidificación en el pino insigne (Pinus radiata) originario de Estados Unidos y que se caracterizan por ser un árbol que puede alcanzar hasta 50 metros adaptándose muy bien a diversos tipos de suelos y climas.
La palma o palmera Washingtonia (Washingtonia filifera) aloja a una lechuza durante el día, la cual queda en evidencia por la gran cantidad de egagrópilas en el suelo que no son otra cosa que bolas formadas por restos de alimentos no digeridos que regurgitan las lechuzas y otras aves rapaces nocturnas o estrigiformes. La nula intervención del hombre en estas palmas permite que éstas sean el escondite y refugio perfecto para este tipo de aves.
En los eucaliptos (Eucalyptus globulus) encontramos el refugio perfecto para un Peuco, que le proporciona protección y actúa como una despensa para sus trofeos de caza. Si bien este árbol es introducido en Chile, en zonas donde no se explota permite complementarse en perfecta armonía con el ecosistema.
Estos son unos pocos ejemplos que podemos encontrar en nuestros jardines y entorno, ¿te animas a descubrir los que te rodean?
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