En el imaginario colectivo, los hongos siempre se asocian a los bosques mágicos, a los duendes, hadas y otras criaturas míticas, y tal vez, ecológicamente hablando no esté tan lejos de la realidad.
Comúnmente asociamos a los hongos al reino vegetal, asumiendo que se trata de una especie de variación de las plantas, pero en realidad se trata de algo más, algo completamente diferente. Los vegetales se caracterizan por ser autótrofos, es decir, ser capaces de generar su propio alimento mediante procesos bioquímicos (como la fotosíntesis) y por contraparte los animales somos característicamente heterótrofos; es decir que necesitamos consumir nuestro alimento previamente formado por otras criaturas. Los hongos son un reino intermedio, una serendipia entre ambos mundos que le valió la clasificación en su propio reino: el Reino Fungi. Estas sorprendentes criaturas son capaces de alimentarse de cuanto animales y plantas desechen en sus procesos, para transformarlo en moléculas complejas y diversos nutrientes que el ecosistema puede aprovechar; son de hecho, el fundamento que conecta todo el sistema para que pueda seguir vivo.
¿Sabías que existen redes de comunicación entre los árboles de un bosque que les permite, a través de sus raíces intercambiar nutrientes y mensaje químicos?
Ello es posible gracias a las extensas tramas de micelio (la verdadera forma de los hongos, que nos parecen redes subterráneas algodonosas) que actúan como el cableado de internet del bosque. Esta y muchas otras son las funciones que cumple el Reino Fungi dentro de la red viva que es el medio ambiente.
Además de su extenso rol ecológico, los hongos también tienen usos dentro de la cultura humana: existen especies comestibles, algunas de elevadísimo valor gastronómico y nutricional que han cumplido papeles importantes en la supervivencia de nuestros ancestros; otras nos ayudan a elaborar productos como el vino, queso, pan y cualquier alimento que requiera fermentación. Si bien es cierto que existen especies tóxicas, ellas cumplen también su rol dentro de su ambiente, por lo que la correcta identificación nos protege y respeta el espacio que les corresponde. Además, las biotecnologías modernas han encontrado múltiples usos a diferentes especies que han permitido desarrollar materiales sorprendentes como un tipo de ecocuero, materiales de construcción de alta resistencia y aislamiento entre tantos otros.
En conjunto con el conocimiento del uso tecnológico, diferentes ciencias han avanzado en el conocimiento de este reino que durante décadas fue ignorado y/o postergado. En torno a esto, la ecología en diversos países ha avanzado en la descripción de la diversidad biológica de los territorios, ya no solo abordando la flora y fauna esos lugares, sino que agregando la tercera F de la biodiversidad: la Funga. Cuando hablamos de funga, nos referimos a las distintas especies que suelen fructificar donde habitamos.
Atrevámonos pues, a descubrir, explorar y valorar la funga del sitio donde vivimos. En Chile la literatura en este respecto se ha ido ampliando en los últimos años conformando Guías de campo y reconocimiento que son valiosos compañeros de viaje cuando recorremos la espesura.